LA HISTORIA, por Carlos A. Trevisi
Se estudia la historia para saber de a la gente y sus circunstancias en cada uno de los momentos que le toca vivir. La
información que nos pueden aportar siglos como el IXX, por
referirme a una etapa que ha marcado decididamente aconteceres posteriores, son
significativos en tanto referentes ineludibles de sus vidas.
Si bien la electricidad fue un
descubrimiento maravilloso -como tantos otros de ese siglo-, asumir su
importancia ofreciendo datos que escapan al interés de la historia es banalizar
la razón de ser de su estudio.
Solo una vez analizadas las
circunstancias en las que se desenvolvía la vida en todos los ámbitos -el
doméstico, el familiar, el educativo, la salud, la justicia, el trabajo, la
política, las libertades-, recién entonces, se deben abordar las causas que las
impulsaban.
Los hombres somos el eje de la historia. El
entusiasmo que ponemos en las circunstancias por las que atraviesan nuestras
vidas cierra el paso a una justa evaluación de cómo vivimos y del momento que
nos toca vivir. Pero mucho más grave es que la historia la escriban los que triunfan, el poder, que no entiende de otridades.
¿Hasta dónde se puede glorificar una
Inglaterra decimonónica cuyos habitantes estaban sometidos a las escaseces más
brutales, a la indigencia más cruel? ¿Acaso por sus descubrimientos, por sus inventos,
por su productividad? Los beneficios económicos que trajo aparejados la
industrialización por la producción masiva de bienes, el comercio y demás deberían estudiarse desde la gente que los disfrutó o padeció y, recién
entonces aludir al progreso.
Dickens, a quien invito a que leamos, ha
puesto en blanco sobre negro las injusticias sociales que padecieron esas generaciones.
Pero no acabaron allí ni entonces.
A la luz de las miserias tan cercanas que
estamos pasando hoy día y de las grandezas que glorificaron nuestro
crecimiento (que nos hizo olvidar la decrepitud de otros mundos que se
morían de hambre), ¿ha valido la pena, considerando el atropello que desde el
siglo IXX y hasta nuestros días sigue aplastando chicos y pobres por doquier?
¿No sería conveniente y sobre todo necesario a esta altura del mundo que
volcáramos buena parte de nuestros saberes no tanto a repetir
grandielocuentemente el valor que tuvo el motor a explosión o la máquina
de vapor, sino a tratar de explicarnos porqué no hemos sabido capitalizar tanta
creación para conseguir un progreso sostenido que llegara a todos los hombres?
¿No sería necesario que vinculáramos los
horrores de antaño con los que padecemos hoy día y aprendiéramos a modificar
las variables de modo de APROVECHAR LA DILIGENCIA OPERATIVA DE ESTA REVOLUCIÓN
DIGITAL QUE ESTAMOS VIVIENDO?
Contar la historia como un cuento lleno de
fantasías ya no nos sirve. Los jóvenes han descubierto una realidad que no
tiene nada que ver con Maltus ni con la electricidad: al primero no lo conocen
y a la segunda la usan. Sus valores no son tan rimbombantes como los que se nos
impusieron a nosotros; son valores que se pueden poner en acto. Ya no trabajan para Cáritas: son Cáritas y
se van al África a acompañar a los que en verdad necesitan.
Bicentenario de la Revolución de Mayo
En ratificación de las ideas expuestas "ut supra" con motivo del acontecimiento de Mayo de 1810, hemos preparado una carpeta en la que cubriendo varios cientos de páginas hacemos hincapié en la historia de la gente que acompañó el cambio que se aspiraba a lograr. Sus venturas, valentía y sobrada capacidad para encarar un proceso que no tardó mucho en coartar cualquier posibilidad de cambio.
Os invitamos a que visitéis el material, no os defraudará.
Bicentenario de la Revolución de Mayo
En ratificación de las ideas expuestas "ut supra" con motivo del acontecimiento de Mayo de 1810, hemos preparado una carpeta en la que cubriendo varios cientos de páginas hacemos hincapié en la historia de la gente que acompañó el cambio que se aspiraba a lograr. Sus venturas, valentía y sobrada capacidad para encarar un proceso que no tardó mucho en coartar cualquier posibilidad de cambio.
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