El cambio
La escuela
La escuela
La inserción de la escuela en la comunidad
Los docentes
Recursos y materiales para una síntesis dinámica
Conclusión: ¿Individuo o persona? (Ver cuadro)
Final.
El problema de la educación es que no podemos poner dentro de las aulas lo que no existe afuera (Ver cuadro)
El cambio
Los docentes
Recursos y materiales para una síntesis dinámica
Conclusión: ¿Individuo o persona? (Ver cuadro)
Final.
El problema de la educación es que no podemos poner dentro de las aulas lo que no existe afuera (Ver cuadro)
El cambio
La vida es cambio;
todo lo que atañe a Ia vida es cambiante. Aunque nada hagamos para cambiar,
cambiamos por Ia fuerza de un entorno que nos involucra sin atenuantes. Negar
los cambios es vivir en el pasado, cerrarse a Ia realidad, quedar inmerso en Ia
soledad y el desasosiego, dejar vía libre para que se entronicen el egoísmo y
Ia especulación.
El camino que se
transita desde las potencialidades -virtudes generativas exclusivas del ser
humano- hacia los actos, es de cambio. Somos concebidos con capacidad para
amar, para desarrollar nuestra inteligencia, nuestra voluntad y nuestra
libertad, y desde que irrumpimos en el mundo comenzamos el tránsito hacia el
amo, pienso, puedo, soy libre; hacia nuestro propio crecimiento.
Se crece, únicamente,
en estado de permanente cambio e incertidumbre; nada está garantizado.
Sin embargo, esa es Ia
sal de Ia vida: que seamos infinitos. Triste destino el de los hombres que no
saben gozar de los privilegios de su infinitud, de su propia creación.
Es función de Ia
escuela que asumamos nuestra infinitud creadora, esta característica soberana
que se extiende a todo lo que el hombre hace - su cultura.
Nos toca vivir una
época de cambios acelerados. El entrecruzamiento de variables se constituye en
una red que ha terminado con Ia linealidad 'causa-efecto' en beneficio de una
intercausalidad que reina indiscutida: todo tiene que ver con todo; todo es susceptible
de integrarse con todo
La escuela
No se puede analizar
la estrecha relación que deben guardar la familia y la escuela sin antes
abordar, aunque sea someramente, el papel que juegan en el proceso educativo.
La familia es el
núcleo fundacional de la personalidad y la primera educadora. Es en su seno
donde el hombre comienza a relacionarse. Es el punto de partida del encuentro
con un "tú" , del diálogo en el afecto. Cabe a la familia la
serenidad, la exigencia y la reflexión para iniciar al hombre
en ese inacabable viaje hacia sus propias armonías, a su plena personalidad, a
su libertad. La familia es la institución más proteica de nuestra sociedad. Los
aportes de sus miembros la dinamizan, la perturban, la ponen en crisis.
No sucede lo mismo con
la escuela, institución ésta que asumirá muy tempranamente un rol preponderante
en la vida de los niños. Si bien su función es recrear circunstancias a
partir de la herencia socio-cultural en la que se inserta y ponerlas en
acto, el vértigo del momento que nos toca vivir no le da tiempo a
procesarlas. La escuela es poco homeostática y "subordina sus fines
sociales a las necesidades de preservación de su estructura"
(Ernesto Gore) dejando la calle afuera.
Los padres conllevamos la idea de que los hijos tienen que superarlo, ser mejor que él; es
propio de la naturaleza humana la proyección de los padres en sus hijos. Sin
embargo, no siempre sabe encarar el tema de su educación en el ámbito de la escuela.
La escuela no está
sólo para que aprendan a leer y escribir: Entre sus varias responsabilidades,
tiene aquélla de socializar a los niños, de hacerlos partícipes de la
civilización en la que les cabrá actuar de mayores cuando su vida
los obligue a la toma de decisiones. Esta función de la escuela, que es de las
más importantes, pues ataca el plano actitudinal del proceso de
crecimiento, nos pone a los padres en un pie de igualdad con las autoridades
académicas y con los maestros.
Para abordar la
educación sistemática, es menester contemplar que transcurrimos por la vida en
respuesta a circunstancias laborales, de estudio, personales o de familia en un
contexto dinámico, de cambio, incierto, tan incierto como la vida misma,
donde nada está garantizado.
Si asumimos que es
así, padres y escuela debemos dar a nuestros niños una formación
que autorice su inserción plena en el mundo, dotarlos de una personalidad
crítica, dialógica, amplia, abierta, democrática, abarcativa, libre...
Es menester que
nuestros niños tengan un alto nivel educativo y gran adaptabilidad social; que
aprendan a reconocerse, a saber de sus propias capacidades, a ser dueños de su
voluntad, de sus afectos, de su inteligencia y de su libertad.
Los padres habremos de
tener tiempo para el encuentro con nuestros hijos. Debemos abordarlos a partir
de ellos mismos compartiendo sus gustos y asumiendo sus necesidades. Hablaremos
de la escuela; de sus maestros, de sus amigos; saldremos con ellos, los
acompañaremos en sus tristezas y en sus alegrías, en sus logros y en sus
fracasos; hablaremos de sexo, de deportes, de política, si cuadra;
Usaremos su ordenador, les daremos regalos -soft, libros, chuches,
remeras- veremos televisión con ellos y discutiremos si este o aquel programa;
les brindaremos seguridades; los castigaremos cuando se quiebren y alentaremos
cuanta actitud de grandeza nazca de ellos...
Los maestros
canalizaremos la enseñanza a través de la investigación, del aprender a
aprender y no desde los datos. La estrategia del aprendizaje debe favorecer una
curiosidad tal que motive una búsqueda que impulse al acto de
aprender.
El maestro es el
profesional que simultáneamente pone el conocimiento y los valores en acto.. Se debe abandonar
la idea de que los conocimientos y, mucho menos, los valores, pueden ser
transmitidos sin haber sido asumidos. En otras palabras: el maestro debe postergar
el discurso e imponer el acto. El maestro es amplio, es comprensivo, es
dialogal y todo lo demás porque actúa así. Y la familia es serena,
exigente, dialógica porque la vivimos así.
Cambiar para que todos
juntos, padres de familia, maestros y niños aprendamos a descubrir al
otro en sus .necesidades.
La inserción de la escuela en la comunidad
La realidad de la
familia es cruel porque abandona al niño
Si afectivamente.
porque no somos capaces de hacerlo sentir que es parte de nosotros mismos
siendo otro y distinto; porque no le sonreímos, ni vivimos en él, ni lo
respetamos, ni le exigimos. Si intelectualmente, porque no pensamos con él lo
que el quiere y necesita pensar; porque somos incapaces de crearles situaciones
nuevas para que resuelva; porque lo comprometemos en una vida que sólo
ofrece modelos estereotipados. Si volitivamente, porque al no respetar lo
que quiere lo desmotivamos en su heroicidad, algo tan propio de su edad, y
porque en lugar de responder a sus interrogantes, nos apuramos a
resolver sus problemas atropellando sus propias capacidades. Si desde la
libertad que tendrá que ganarse, porque no lo independizamos; no le permitimos
que corra riegos; lo hacemos desconfiado; le impedimos que descubra otros
espacios; no lo dejamos elegir qué hacer ni como hacerlo ni con quién hacerlo.
Asi, lanzamos al mundo hijos convencionales, inflexibles, autoritarios,
monológicos, egoistas, serviles..
La SGAE ratifica con
estadísticas las causas que pueden provocar ese abandono en un informe sobre
"Hábitos de consumo cultural". La mitad de los españoles no ha leído
un libro ni tiene intenciones de hacerlo; hace apenas 15 años, el 53 % de los hombres eran
analfabetos funcionales; el 64 % de la población que lee, tiene en
su casa menos de 100 libros ( "lo cual indica no sólo lo esmirriado del
parque lector, sino la ausencia de herencia" (Felix de Azúa,
en El País). Ante la pregunta "¿cuándo compró un libro por última
vez?", el 61% de la población manifestó llevar más de un año sin comprar
uno.. Continúa Azúa "Ese es el modelo de ciudadano que ha decidido crear
la administración, algo así como una bombilla con patas [...] un bicho que se
enciende y apaga dándole a un interruptor", y agrega: "Es
tan cómodo!" .Si agregamos que los vacuos programas de televisión sientan
a nuestros niños entre tres y cuatro horas diarias frente al aparato y
los padres facilitamos la embrutecedora tarea poniéndoles un televisor en
el dormitorio: 2 de cada tres niños españoles disfrutan de ese
"privilegio", poco queda por agregar.
Surge así que la
interacción de la familia con la escuela es prácticamente -por no decir
inevitablemente- nula y su peso en ese ámbito, no obstante ser, por definición,
la primera educadora del niño, ninguno.
Los conflictos entre
padres y maestros son permanentes. Lo menos que se escucha decir a las partes
es que "los padres depositan a los chicos en la escuela y se desentienden
de ellos"; los padres a su vez, insisten en que los maestros "son meros
funcionarios que cumplen con sus horarios de clase y basta".
Me permito decir que
todos tienen razón. Y como dice nuestro ingenioso hidalgo, que todos tengan
razón "no es sino la razón de la sinrazón que a esta razón
hace".
Si en lugar de
agredirnos y aplastarnos entre nosotros, nos pusiéramos en común, todo sería
más simple. Claro que los padres tendríamos que asumir las obligaciones que
conlleva que nuestros hijos sean lo mejor que tenemos, y los maestros,
que el camino que han emprendido al obligarse con la carrera
docente, está lleno de entrega, de esfuerzo, de sinsabores, de paciencia, y, al
mismo tiempo, vacío de reconocimiento social, de prestigio y de
comodidad, por sólo citar algunos de sus "contratiempos".
Sin embargo, hay
algo en común entre padres y maestros que favorecería muchos acuerdos: el
disfrute que brindan la alegría y la frescura: de los niños. Si un padre
fuera al colegio a preguntar al maestro si su hijo se sonríe, si es solidario,
si es dialogal, si es feliz, en lugar de increparlo porque no sale
de excursión con sus alumnos, el maestro se sorprendería
agradablemente y, con toda seguridad, no actuaría como un funcionario a
la espera de la hora de salida.
Si bien este
mundo no autoriza esa clase de idilios, ofrece, sí, otro tipo de
soluciones. En lo que nos atañe podría ser una puesta en común institucional,
un igual a igual, en el que participarían la escuela, el AMPA, los
ayuntamientos, los consejos escolares y sus respectivas alzadas: la
Subdirección Territorial y la Fapa, cada cual en lo suyo pero con
un objetivo: los chicos, y una única meta: su educación.
Los docentes
¿Cómo hacer, maestros?
El
conocimiento ha sido el eje de nuestra educación. La escuela ha puesto énfasis,
sobre todo, en que "el volumen de un gas a temperatura constante es
inversamente proporcional a su presión" y no en el descubrimiento del
principio por parte de los alumnos.
Se decía que
se aprendía matemática porque enseñaba a pensar. Había un porqué. Uno aprendía
"el cuadrado del primero más el doble producto del primero por el
segundo" , y a nadie se le ocurría preguntar para qué servía Se estudiaba
"porque enseña a pensar, porque agiliza la mente, porque hay que
saber..." pero no "para": para conseguir trabajo, para
resolver problemas de la vida cotidiana, para desarrollar la imaginación (es el
día de hoy que para medir la altura de un poste erecto pienso que no cabe
más que encaramársele ¿Es que no hubo un solo teorema, ni aquellos que se
resolvían por el absurdo que respondiera a tan simple interrogante?).
Los valores
y las actitudes básicas en la relación para con los demás ya venían desde el
hogar. Cuando el chico llegaba a la escuela sabía que tenía que permanecer
sentado, que tenía que escuchar al maestro, que las flatulencias en el
servicio, que no debía gritar; y reconocía valores: que el respeto por los
mayores, que el cuidado de las cosas...
Este
"nuevo mundo" sacó las cosas de quicio. En el vértigo en que
vivimos, todos nos preguntamos "para qué" - ¿para qué sirve el
MCD y el MCM? , ¿para qué estudiamos latín si ya no se usa?. "Para
qué" todo el tiempo. Esta "novedad" del "para qué" se
suma a aquella otra de tener que agregar el eje actitudinal y el de los valores
al del conocimiento: el chico llega a la escuela y tenemos que enseñarle a
estar sentado, a escuchar, a devolver lo que no le pertenece y mil cosas más
que antes venían dadas (además de leer y escribir, claro)
Para
solucionar estos problemas se debe abandonar la idea de que los
conocimientos y, mucho menos, los valores pueden ser transmitidos sin haber
sido asumidos.
Esto
conlleva un cambio radical.
En cuanto a
la impartición del conocimiento, será menester implementar la integración
de disciplinas -o de contenidos - con un objetivo que las excede en lo
particular: el descubrimiento, por parte de los alumnos, de una nueva y
distinta perspectiva para aprehender la realidad; aquélla que resulta de la
combinación de los temas que ellos mismos eligieron para aprender los
contenidos que se les imponen.
Un trabajo
de estas características, al que denominaremos "proyecto integrado"
será el resultado de una tarea mancomunada maestro-alumno con eje en el aula,
en respuesta a objetivos generales -de la escuela- y particulares -de la unidad
áulica- y en satisfacción de consignas que prioricen el aprender por sobre el
enseñar. Será producto de conclusiones, de las que es menester dejar un
registro, y síntesis de la tarea llevada a cabo; deberá ser amplio para
abarcar; abierto para incluir; flexible para facilitar la articulación de
nuevos contenidos; heterogéneo en respuesta a los múltiples intereses de los
alumnos; homogéneo en tanto resultante integradora de contenidos; estético en
satisfacción de las formas; expandible en tanto autorice agregados a los
contenidos ya existentes; e interrelacionado, de modo
que subyazca una red que vincule los
contenidos entre sí.
Compete al
maestro elaborar una estrategia de aprendizaje, elegir contenidos, destacar
relaciones, establecer tiempos, orientar búsquedas y sugerir y
administrar recursos y materiales, y a los alumnos, elegir
temas, transformar las relaciones en encuentros, conseguir material y manejar
los recursos.
Así
impulsaremos al niño, guiado por su maestro, a asumir la elaboración de
estrategias que le permitan organizar los datos según prioridades que él
mismo irá descubriendo a partir de los objetivos que se le tracen en pos
de la meta: una síntesis dinámica, lógica, abierta, ampliable, perfectible en
la que han concurrido el rigor que exige el conocimiento y el esfuerzo que
demanda una férrea voluntad.
Respecto de
los valores, postergar el discurso e imponer el acto: el maestro es amplio, es
comprensivo, es dialogal y todo lo demás porque lo veo así, porque ACTÚA así
y no porque me lo recomienda y aconseja.
Cambiar para
aprender a aprender: los maestros de la frescura de los chicos y los chicos de
los actos del maestro.
Recursos y
materiales para una síntesis dinámica
Los últimos
años han sido pródigos en la aparición de recursos que, originariamente
aplicados a otras actividades, paulatinamente han comenzado a participar
en la vida académica de escuelas e institutos. No ha sido clamorosa su
incursión, sin embargo.
La casete de
audio ha irrumpido como material habitual en los kioscos de prensa, acompañando
cursos de inglés, pero poco uso se le ha dado en las áreas académicas,
donde podría haber demostrado su utilidad en lenguas modernas (para facilitar
la adquisición del reflejo lingüístico, precisamente en inglés, por ejemplo,
lengua extranjera cuyo dictado no logra los resultados que habrían de
esperarse, o en castellano, donde prestaría gran ayuda para la práctica
de la lectura - articulación, entonación, dictado, etc).
No ha tenido
mejor suerte el vídeo, que se ha utilizado más que la anterior, pero rara
vez en interacción con el alumno: se "pasan" vídeos pero no se
aprovechan sus posibilidades didácticas. Pocos, que yo sepa, utilizan una
película como "La Reina del África" (por poner un simple ejemplo)
para enseñar la funcionalidad de la máquina de vapor, la flora y la fauna
del África ecuatoriana o lo que es un rápido.
Sus aportes
ampliaron el espectro de los materiales, pero los contenidos, como no fuera
excepcionalmente, se presentaban bajo las formas tradicionales de exposición.
De todos los
recursos con los que cuenta un maestro acaso sea el ordenador el más versátil.
El ordenador es un verdadero operador de materiales. Todo cabe en él. Su
velocidad y precisión, resultado de una tecnología de avanzada, autoriza el
registro y la escucha de voces, la proyección de videos, tal cual los citados
"ut supra", pero agrega mil funciones más, amén de una gran
interacción con el usuario. Por primera vez, un recurso admite la presentación
de contenidos y su exposición con una arborescencia nunca vista anteriormente.
Sin embargo, el ordenador nos espanta y no sin razón: lo que
tradicionalmente había sido privativo del maestro (qué hacer, cómo
hacerlo, los tiempos de aprendizaje, la precisión en la elaboración de un
proyecto y la integración de contenidos), gracias al ordenador, comienza a
compartirse con los alumnos y obliga a un cambio no sólo metodológico
sino de actitud de aquél para con éstos. El abismo en que caería el
maestro si se rompiera con los modos tradicionales de enseñanza sin haber
llegado él a consustanciarse con el aparato sería fatal para la educación de
nuestros chavales.
Odiado y
amado, el ordenador no deja de ser un "aparato". Aunque sofisticado,
su manejo no requiere ninguna especialización. Se trata de una estructura
funcional (como una multiprocesadora de alimentos) que opera semejantemente
para cualquier tipo de programas. Por lo general, éstos se adecuan sin
dificultades al rango operativo estándar de cualquier PC. Del mismo modo que en
la multiprocesadora uno cambia los elementos con los que ha batido leche si
ahora desea picar carne, según lo que quiera hacer con la PC -escribir,
dibujar, pasar un vídeo o escuchar una ópera - contará con un programa
específico que facilite su tarea.
En la
escuela, sirve, básicamente, para INFORMAR, para hacer PRESENTACIONES y
para RECREAR CIRCUNSTANCIAS DE APRENDIZAJE.
Si de
informar se trata, existen cientos de programas con todos los contenidos que
requiere la escuela. El maestro debe tomar conocimiento de ellos para consultar
en busca de datos (tal como lo hace con los libros), y dónde
conseguirlos. Si se tratara de hacer presentaciones... ¿puede haber algo más
didáctico para introducir un contenido que ofrecerlo con audio,imagen y vídeo ?
Es esencial
para la autogestión en la producción de programas con soporte de soft (la
vertiente más rica del uso de la informática en las escuelas), de modo
que sean los mismos maestros junto a sus alumnos los que diseñen un proyecto
integrador de contenidos. La calidad del proyecto dependerá de su
imaginación y capacidad didáctica. El único profesional que puede llevarlo a
cabo es el maestro; dejarlo en manos del especialista informático sería tan
disparatado como pedirle a Maradona que teorizara acerca de la convocatoria
masiva que despiertan los espectáculos de fútbol.
El diseño
satisfará intereses didácticos sólo si el programa, producto final, es
interactivo, abierto y expandible. Se entiende por interactivo que el
estudiante se "meta" en él, que establezca un diálogo con él, por
abierto que pueda modificarse y por expandible , que lo pueda
ampliar según su propio criterio creador.
Si el
pensamiento es "interacción constante entre asimilación y
acomodación" (Piaget), ningún recurso brinda lo que éste. Favorece el
despegue creativo del estudiante por satisfacer las exigencias del aprender:
autonomía, arborescencia, espiralidad, interactividad, expandibilidad,
selectividad... y aquéllas de la enseñanza: administración de material,
contenidos y tiempos de aprendizaje.
Conclusión: ¿Individuo o persona?
Me asisten grandes dudas cuando hablo de "educar". Prefiero hablar de "educarse" y no sólo porque en la relación enseñar-aprender me inclino por la experiencia del aprender antes bien que por la del "enseñar", sino porque me asalta el temor de que en el "educar" los valores se "reciten", se transmitan como la mera fórmula de un binomio suma al cuadrado (algo muy propio de quienes ya se sienten “definitivamente” educados). Este complejo mío nace de una educación que me contempló como receptor de valores inmutables a los que debía rendirme sin más (no menos señera era la arrogancia del conocimiento que se me brindaba "ex cátedra")
El ser humano, al igual que el animal, nace uno en la especie pero idéntico a todos los demás. Sin embargo, anidan en él unas potencias que lo diferencian de cualquier otro ser vivo. Su capacidad para pensar, para amar, para ser libre y para el pleno ejercicio de su voluntad lo identifican como el único individuo en condiciones de asumir su vida concientemente: no sólo vive sino que tiene conciencia de que va a morir.
Esta conciencia de muerte lo hace sumamente vulnerable pues, en su virtud, el hombre tiende a deambular por el mundo buscando seguridades y sin arriesgar. Tal vulnerabilidad no encierra, sin embargo, ninguna fatalidad. Es el único ser vivo capaz de cambiar sus propias circunstancias. La vaca, vaca muere; el hombre nace individuo pero tiene la posibilidad de morir persona. Y llega a ser persona cuando, en diálogo con los demás hombres, asume su propia creación. Es creador aquél sobre el que ha pesado una férrea educación que lo ha obligado éticamente con la vida, que lo ha impulsado irremediablemente a ser crítico, solidario, comunitario, exigente, amplio, reflexivo, abierto, independiente, apasionado, consecuente, dialógico, ocioso, democrático, comprensivo, valiente... a vivir en busca de la verdad.
El mero individuo, carente de esas actitudes, vive sumido en la intrascendencia de los convencionalismos es cobarde, inflexible, autoritario, machista, obcecado, miserable, monológico, egoísta, negocioso, inconsecuente, pragmático, servil...
Vive en busca de seguridades y de prestigio social.
Educarse, será, entonces, satisfacer la necesidad de plenitud de las potencias que nos caracterizan como seres humanos; transformadas éstas en actitudes, nos asumiremos personas con visión de nosotros mismos y del entorno como para insertarnos en él según nuestras propias capacidades.¿POTENCIAS O ACTITUDES? (Ver Cuadro en el que se ve el proceso de cambio de un individuo en persona).
La educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo (Paulo Freire), es llegar a lo más profundo del encuentro para obtener resultados compartibles y ser capaces de poner en acto nuestros conocimientos y valores. (Ortega decía que toda obra creadora es hija del descontento, de la insatisfacción). El conformismo paraliza las energías vueltas hacia la acción.
Como ya hemos dicho, “La educación es auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del individuo a su realidad, en que le pierda miedo a la libertad, en que pueda favorecer en el educando un proceso de búsqueda, de independencia y, a la vez, de solidaridad (Paulo Freire)
Una educación integradora logrará que el educando sea amplio para abarcar y tan abierto como para dejarse abarcar, combinación ésta que lo pondrá en común con los demás. Deberá asumir que su libertad, que es uno de los bienes más preciados de que dispone, no es negociable, que es sumamente frágil y que se consigue con un ejercicio permanente de su independencia. Finalmente, entenderá que ser solidario es algo más que dar: es darse”.
"El
problema de la educación es que no podemos poner dentro de las aulas lo que no
existe afuera", (Ernesto Gore,
Universidad de Buenos Aires, Ciencias de la Educación 1986)
El mundo nos
compromete como nunca antes con sus carencias, pero también con su
reconstrucción y con las posibilidades que nos ofrece para asumir un rol
preponderante al que estamos llamados gracias a la democracia que impera en
nuestros países.
Educarse ya no es sólo, como se ha dicho, tomar conocimiento de
datos que archivos mejores que el cerebro humano clasifican a la perfección. Es
manejar la información críticamente para elaborar estrategias que favorezcan la
toma de decisiones, que nos otorguen autonomía, que allanen nuestro camino a la
cooperación, a la solidaridad y a la participación.
De entre los recursos
con que cuenta una nación su gente es el más importante. Bajo los efectos de la
acción disparadora de los gobiernos la ciudadanía se pone en marcha. Los
motores de esa marcha son la educación y el acceso a la información. Una
ciudadanía educada y bien informada elige valores , establece
metas y procedimientos, crea y regenera cultura y deposita en sus gobiernos,
administradores circunstanciales de sus afanes, la ejecución de sus proyectos.
En el ámbito de los recursos físicos, sus mandatarios dispararán sobre la
tecnología existente favoreciendo la investigación y desarrollo para el logro
de una capacidad productiva que devenga, gracias a las nuevas tecnologías, en
plantas de alta productividad. La información, la investigación y desarrollo y
la capacidad productiva son los aceleradores de la sociedad (ver cuadro al pie). Una ciudadanía no participativa y
desinformada transforma a la democracia en el brazo político de los intereses
económicos quitándole el contenido más profundo que la anima: la intervención
del pueblo en los actos de gobierno.
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