Corridas de toros
Seguramente habrá
que ser de pura cepa española para tomar partido acerca de la prohibición
de las corridas de toros (o de su continuidad). Las estadísticas dicen que son
cada vez menos los españoles que asisten a las corridas –Canarias y Cataluña
así lo demuestran; habría, por lo menos aparentemente, una cierta
reticencia a frecuentarlas. En lo personal me resulta doloroso escuchar
argumentos a favor de su continuidad, sobre todo porque hay pruebas sobradas de
que la lidia, que por lo general termina con la vida del toro, puede terminar
en el espanto que vimos hace apenas unos días cuando el pitón de la bestia,
atravesando la garganta del torero, le salió por la boca. Fue
verdaderamente dantesco. El sólo hecho de haber vivido por televisión una cosa
así riñe con cualquier argumento que sostenga su continuidad. Esto no obstante
hay algo más: la insensibilidad que se muestra ante el padecimiento de una
noble bestia a la que se hostiga infringiéndole heridas desde el mismo
momento que pisa el ruedo.
Ayer,
18 de agosto (2010), en un recorte celebrado en una plaza del interior de
España, un toro saltó la valla que separa al público del ruedo y arremetió
contra los aficionados. Fue desesperante ver el espanto que causó en la gente
que en un afán desesperado por evitar la embestida de la enloquecida
bestia intentaba sortear los escalones que hasta ese momento les había servido
de asiento. De resultas hubo 18 heridos y un chiquito de 10 años gravemente
herido por aplastamiento al caérsele el toro encima. Sin duda se trata de
"daños colaterales" como hipócritamente se ha dado en llamar a la
barbarie que resulta de la guerra. Seguramente se dirá lo mismo en este
caso, aunque se hablará de "fatalidad". Claro que así como se
justifican los "daños colaterales" de la guerra se justificará esta
fatalidad. Y ¡viva la Pepa! A los deudos de los soldados muetos se les explicará
que no ha sido en vano por tratarse de una guerra por la democracia y la
libertad -una guerra justa- y a los padres de la criatura y a los 18 heridos
que arrasó el toro que "son cosas que pasan". Y a pasar página.
No hay
nada peor que ver las cosas desde uno mismo en lugar de verlas desde las cosas
mismas.
Otra
de toros
Una
manifestación que en contra de las prácticas taurinas se iba
acercando a un pueblo para reclamar su abolición se encontró
repentinamente con una contra manifestación. El escándalo fue mayúsculo. Se
entabló una lucha cuerpo a cuerpo que terminó con los afanes proselitistas de
los antitaurinos. Los intrusos perdieron la batalla. Intervino la Guardia
Civil y a otra cosa.
El tema no se
desactualiza. Acabamos de ver pot TV -14 de setiembre- como en un pueblo
asesinan a un toro. La pobre bestia se llamaba Platanito y ésta es su imagen.
El asesinato fue con lanzas. El que acabó con su vida saludo a la concurrencia
desde el balcón del ayuntamiento lanza en ristre (con un penacho del toro
clavado en el extremo) y puño cual erizo. Todo un héroe. Se escucharon
comentarios de los vecinos: "El que no esté de acuerdo que no venga";
esto es nuestro, del pueblo, de toda la vida" y varias estupideces más por
el estilo.
EL CULTURAL DE LA SIERRA (ÍNDICE)
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